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Es un hecho, a la luz de los expertos, que a partir del próximo septiembre se sentirán más olas de calor y sequías en todo el país, una coyuntura que traerá nuevos problemas
Desde el pasado mayo, la Organización Meteorológica Mundial alertó sobre la inminente llegada del fenómeno de El Niño, esta vez acompañado de “un grave aumento de la temperatura global en los próximos dos años”.
Además de ser un problema crónico y preavisado con meses de anticipación, es que nunca hay un plan del Gobierno Nacional para aminorar las consecuencias que pueda tener en el precio de los alimentos y de los servicios públicos, claramente es una muestra adicional de la falta de planeación de los gobernantes, quienes se sentarán a esperar y declarar una emergencia económica para subir más impuestos y pasar muchas políticas públicas mediante decretos exprés.
Uno de los grandes logros macroeconómico es que la inflación a cifras de junio, ya empezó a ceder gracias a que las cosechas mejoraron, el dólar se estabilizó para hacer importaciones y que el costo de los servicios públicos volvió a sus precios habituales; ambos logros se pueden tirar por la borda en medio de un fenómeno de El Niño, que esta vez, vendrá recargado y promete ser más extremo, con menos lluvias, largas temporadas secas y en algunos puntos extremas.
El Niño hace parte de los ciclos naturales del planeta, no obstante, desde hace pocos años se han visto cambios radicales en su comportamiento: se juntó con La Niña que es el fenómeno inverso de muchas lluvias; se han registrado temperaturas extremas en varios rincones del mundo, y lo que no es menor, la economía da por descontado que al arreciar más y fuertes calores, el costo del kilovatio hora puede superar los $1.000, una realidad que puede quebrar no solo a las familias, sino a las empresas jugadoras en el sistema eléctrico nacional.
Lo más increíble es que muy a pesar de que se conozca con abundante información que el fenómeno “es un evento climático que se genera cada cierto número de años por el calentamiento del océano Pacífico (...) y que sus efectos son notables en el norte de la región Pacífica, los departamentos de la región Andina y en los departamentos de la región Caribe”, no se haga nada desde el Gobierno Nacional para presentar un plan de contingencia con anterioridad.
El Ideam es la entidad rectora del clima en Colombia y ha sido puntual en sus análisis de advertencia, pero nada hace un ente científico si quienes deben adoptar un plan estratégico de cara a los suministros, léase ministerios de Agricultura y Energía, no hacen nada para anticiparte a una situación problemática.
Tampoco ayuda que el Congreso de la República cite a los responsables a rendir un informe sobre por qué no hacen un plan; aquí la situación tiene que ver más con campañas de consciencia nacional sobre cómo enfrentar las sequías y la variación de precios en los alimentos.
En términos de Nassim Taleb, el fenómeno de El Niño nunca será un cisne negro porque es previsible, pero puede ser disruptivo porque puede cambiar las estructuras energéticas, en ese caso, como ningún otro fenómeno.
Los recientes cambios en los ministerios de Agricultura y Energía pueden dar enormes posibilidades para que se diseñen políticas públicas encaminadas a solucionar con antelación problemas diagnosticados. Si ya todo el mundo sabe que se vendrán varios meses de sequías e intensos calores, ¿por qué nadie en el Gobierno hace nada?
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados