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En ocho días, Petro o Hernández estarán armando su equipo para los próximos cuatro años; importante hubiese sido conocer a su ministro de economía para mirar la línea
Pocas veces en la historia del país, en la cartera de Hacienda se ha improvisado. Fruto de ello ha sido una economía bastante sólida, en crecimiento y credibilidad internacional, muy a pesar de vivir lidiando con altos déficit fiscales, reformas tributarias, pobreza, bajas exportaciones e ineficiencia en el gasto público. Desde 1991, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público lo han ocupado 13 profesionales, casi todos probos en lo técnico y sin manto de duda sobre faltas éticas. Fue una escuela de ministros fundada por Rodrigo Botero, desde Fedesarrollo, quien pasó la página de los Minhacienda abogados para darles paso a los economistas puros.
Los tres economistas que más meses han estado frente del manejo de las finanzas colombianas han sido: Alberto Carrasquilla Barrera (77 meses), le sigue Mauricio Cárdenas Santamaría (72 meses) y cierra Rudolf Hommes Rodríguez (48). Todos ellos en distintos momentos han tenido que lidiar con recesiones, crisis financieras, bonanzas, devaluaciones, altas inflaciones, pero sobre todo han tenido que trabajar con el Congreso de la República para poder sacar adelante las reformas necesarias para que el país económico siga funcionando. Los roles y las funciones de los ministros de Hacienda están determinados por cuatro fortalezas básicas: probidad en macroeconomía, conocimiento pleno de la banca multilateral, credibilidad frente a la banca central independiente, pero sobre todo gran manejo y olfato político de las comisiones económicas del Senado y la Cámara de Representantes.
Sin lugar a dudas, los ministros de economía son quienes lideran los gabinetes, los que sueltan los recursos públicos para gasto e inversión, garantizan los presupuestos nacionales, estructuran las deudas, intercambian mejorando el valor de los papeles nacionales y son los encargados de recaudar impuestos y hacer que el sector productivo pague lo poco que aún subsiste de parafiscales. Son los verdaderos gobernantes del dinero y su papel en el Gobierno Nacional es crucial para el éxito de la gestión de un mandatario de cuatro años. Gran parte del éxito del país en el manejo de la pandemia tiene que ver con el profesionalismo sin tacha de los dos ministros de Hacienda que acompañaron al presidente Duque. Ambos demostraron capacidad de negociación, de acción gubernamental a la hora de dar subsidios para que la economía no cayera más y supieron manejar los recursos escasos.
Los candidatos que se disputarán la Casa de Nariño el próximo domingo están en deuda con sus eventuales electores porque no han destapado el nombre que tienen en mente para que les ayude con las finanzas públicas. Las dos vicepresidentas no son fuertes en materia económica y en los equipos económicos no hay profesionales que arrastren para desempeñar ese importante rol. El joven presidente de Chile, Gabriel Boric, entendió que la credibilidad de la economía de su país era el activo más importante y convenció al gerente del banco central, el emisor, para que lo acompañara en su mandato, de tal manera que enviara un mensaje de que la economía iba por un carril distinto al político. Colombia elegirá entre el miedo y la incertidumbre y necesita que los dos candidatos en competencia destapen ese nombre para que la credibilidad del país no se mine y se envíe un mensaje de que la senda de crecimiento y desarrollo se mantendrá protegida.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados
Colombia registró el pasado octubre la tasa de natalidad más baja de la última década, visibilizando un problema de grandes consecuencias para la economía
Lo más probable es que 2024 cierre con una inflación muy cercana a 5% y una tasa de interés del Banco de la República de mucho menos de dos dígitos, un escenario muy bueno