¿Y si Ecuador también gira a la izquierda?

El domingo pasado los electores ecuatorianos votaron por la candidata del movimiento Revolución Ciudadana, Luisa González, quien obtuvo 33,27% de los votos, y por Daniel Noboa, de la Alianza ADN, con 23,69%, ambos presidenciables irán a la segunda vuelta, que se llevará a cabo el próximo 15 de octubre.

El nuevo presidente o presidenta se posesionará en una fecha aún no establecida entre noviembre y diciembre de este año y gobernará hasta mayo de 2025. Fueron unas elecciones presidenciales y legislativas anticipadas, pues el gobierno del actual mandatario, Guillermo Lasso, debía concluir en 2025, pero en mayo pasado se hizo uso de la llamada “muerte cruzada”, una facultad constitucional de disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones anticipadas para elegir nuevo Presidente y nuevos legisladores que completen el periodo vigente.

Es una suerte de presidente interino, pues estará pocos meses al frente del gobierno ecuatoriano, mucho menos de dos años, y nuevamente, el país tropical irá a elecciones ordinarias, en un país que en su corta vida republicana ha tenido más de 200 presidentes y unas cuantas constituciones al antojo de los políticos de turno, todo un caldo de cultivo en donde pelecha el populismo de líderes de izquierda como el expresidente, Rafael Correa, padre de la Constitución vigente y responsable de haber echado a sombrerazos a la base militar estadounidense ubicada por décadas en la ciudad de Manta, y como consecuencia, ha dado origen a que narcos colombianos y ecuatorianos casi dominen una pseudo república independiente del narcotráfico que se extiende desde la provincia de Esmeraldas en Ecuador hasta el departamento del Valle, sino a Panamá en esta esquina estratégica de Latinoamérica.

Lo peor es que nuevamente uno de los candidatos correístas estará en el partidor por recobrar el poder y con ello a otra etapa oscura en el vecino país dolarizado y hoy bajo el acecho de todos los carteles del narcotráfico colombianos, mexicanos y centroamericanos.

Ecuador es hoy el objeto del deseo narco porque es un país sin mucho dominio de su territorio, con dos o tres fronteras terrestres con Colombia, sin presencia fuerte en su costa sobre el océano Pacífico y porque vive en un constante caos político y económico.

Lo único que no les gusta a los narcos de Ecuador es que es una economía dolarizada y la rentabilidad del comercio global de la cocaína no es tan grotesca como en Colombia, pero por otro lado, la ausencia de una moneda de cambio hace que el lavado de dinero sea más expedito. A los colombianos, en especial a los del suroccidente, que representa 15% u 17% del PIB, sí les importa lo que suceda en el vecino país, pues existe una arteria llamada Panamericana por donde se mueve todo lo bueno y lo malo de las dos economías; Ecuador es el principal socio económico de las empresas de Nariño, Cauca y Valle, una realidad que no existe en el resto del país; la crisis de orden público que experimenta ésta nación de unos 30 millones de habitantes, con un PIB de unos US$150.000 millones y un ingreso per cápita muy parecido al de Colombia, es una situación a la que hay que ponerle mucho cuidado. Lo que ocurra electoralmente en Ecuador puede afectar la economía colombiana y acentuar el grave problema de las regiones en manos de narcos.