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Los mercados financieros internacionales han entrado en modo de alta preocupación por la situación del motor de la economía mundial y las consecuencias de una recesión no anunciada
Lo normal es que la economía mundial crezca permanentemente, en cada jornada, que personas y empresas que componen la dinámica de un país no paren de producir bienes y servicios. ¡Todo el tiempo! Cuando esa dinámica se frena, en lugar de andar, se habla de recesión, uno de los ciclos que se suceden en todo momento: expansión, auge, recesión y depresión.
Por estos días, a pocos meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, una eventual recesión en el motor de la economía mundial ha disparado “el botón de pánico” ante la posibilidad de que exista sobreoferta de bienes o servicios en el mercado y que la demanda no tenga la dinámica, que la gente no tenga el dinero, ni las ganas de comprar; dicho de otra manera, es vital para que las economías no frenen absorber toda la oferta para que las empresas no produzcan menos, no haya despidos y el flujo del dinero se mantenga.
Una recesión implica despidos, menor consumo y pocos impuestos. Pero lo peor en un ciclo recesivo es que las decisiones de gasto e inversión de familias y las empresas se posponen, lo que a su vez se convierte en contracción de la actividad económica.
La recesión es un ciclo que se hace evidente (una suerte de declaración) cuando una economía registra dos trimestres negativos, es decir, con PIB negativo. Un fantasma muy temido por los economistas que manejan los países y las empresas porque una recesión duradera se transforma en depresión, que es el sótano del ciclo económico. Por ahora, solo se puede hablar de crisis en muchos países, entre ellos Colombia, no de recesión, porque el PIB crece muy poco, pero crece y se mantiene en números negros, muy a pesar de que el año pasado se cayera a 0,7%, que fue el crecimiento del PIB durante 2023.
En Estados Unidos, el año pasado el PIB creció 2,5%, una cifra enorme para un año de corrección; durante 2024, las cosas no han sido mejores. La economía estadounidense se expandió 1,4% anualizado en el primer trimestre de 2024; en comparación con el último trimestre de 2023, la economía se expandió apenas 0,4% en el primer cuarto del año, una cifra muy baja que encendió todas las alarmas.
En el segundo trimestre, solo fue 0,7% respecto al trimestre anterior, una tasa mayor en solo 3 décimas que la registrada entre enero y marzo, de 0,4%. La posible entrada en recesión de la economía de Estados Unidos generó grandes pérdidas en las bolsas de valores de todo el mundo. El efecto dominó en la jornada bursátil de ayer comenzó en Japón, pasó por Taiwán y se posó en Europa en el índice Euro Stoxx 50, que retrocedió 1,4%, el Ibex 35 cayó 3% y el Nasdaq Composite tuvo una caída moderada en Nueva York de 3%; lo mismo sucedió con el Dow Jones, con 2,7%.
La alerta fue provocada por los datos de empleo del viernes, que generaron un cambio repentino en la narrativa económica, de un aterrizaje suave a un aterrizaje duro. Dice The Wall Street Journal que “a esto hay que sumarle un período de exageración desinflada sobre la inteligencia artificial y un aumento de las tasas del Banco de Japón diseñado para fortalecer el yen.
La noticia de que Berkshire Hathaway, de Warren Buffett, había vendido la mitad de sus acciones de Apple y había aumentado su reserva de efectivo se sumó al sufrimiento”. Por ahora, no hay recesión a la vista, pero se habla de crisis por las dificultades económicas que se pueden prolongar y producir inestabilidad financiera.
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