¿Y si Estados Unidos gira hacia el proteccionismo?

Los estadounidenses se independizaron de Gran Bretaña el 4 de julio de 1776 argumentando -entre otras cosas no menos importantes- que la Ley del Azúcar que imponía impuestos al azúcar, té, vino, café, seda, hierro y potasio, generaba detrimento económico en las colonias de América. También estaban en contra de la Ley de la Estampilla, un tributo que se aplicaba a periódicos, contratos legales, testamentos y toda clase de cosas que se tenían que imprimir. Era una época en la que los gobernantes europeos ponían en práctica las ideas mercantilistas para llenar sus arcas y patrocinar guerras en el nuevo y viejo continente; políticas conservadoras como la intervención gubernamental en la economía con el control de la moneda; la protección de la producción local de la competencia externa, subsidios, monopolios, imposición de aranceles a los productos extranjeros y la prohibición de exportar metales preciosos, hacían parte de un arsenal frecuente por esos días de cambio de época. Según Ekelund (1981) en Mercantilism as a Rent-Seeking Society: Economic Regulation in Historical Perspective, Estados Unidos nació bajo los preceptos de los mercantilistas como que las materias primas que se encuentren en un país deben usarse en manufacturas locales, porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas. También que se prohiban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en circulación. Y lo que es más sonoro por estos días que se obstaculicen “tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros”. Además, que no se importen bienes que existen en abundancia. Toda una suerte de ideas que parecen traídas a valor presente por parte del nuevo gobierno americano. Hay varias contradicciones en la retórica económica, de cómo emergió una gesta independentista contra los abusos tributarios de un país colonizador frente a sus colonias, y cómo a través de ideas mercantilistas se fue protegiendo para convertirse con los años en la gran potencia del libre mercado. Pero ahora todo vuelve del pasado y cobran fuerza las ideas proteccionistas que se creyeron sepultadas. Propuestas de reducir las importaciones provenientes de China; freno de las negociaciones del TTIP y obstaculizar el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio, solo son avances de políticas comerciales que fracasaron en otras épocas. El lío ahora es que estas ideas desempolvadas no vienen del llamado socialismo del siglo XXI o de líderes nacionalistas de África o Europa del Este, llegan del presidente empresario que ha sido el arquetipo del éxito económico. Van a abundar en adelante los economistas que se sentirán respaldados por la nueva tendencia estadounidense para empezar a cerrar fronteras económicas y retomar a tiempos de la Guerra Fría en que la seguridad alimentaria era una razón para vivir en medio de la pobreza, aislados del intercambio y la globalización.