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Una de las frases más polémicas del economista J. M. Keynes es la siguiente: “No está lejos el día en que el problema económico estará en el asiento de atrás, donde debe ir, y el corazón y la cabeza serán ocupados o reocupados por nuestros problemas verdaderos, los problemas de la vida y de las relaciones humanas”. Me parece polémica porque sitúa a la economía como elemento constitutivo, mas no fin del existir humano. Pienso que un ejemplo real de esto se presentó con la reciente visita del papa Francisco al país. Ante la alegría de unos y el escepticismo de otros, la visita se fraguó en un contexto de dudas por los altos costos económicos que implicaría el paso del Obispo de Roma. Mucho se habló de $30.000 millones de inversión que requeriría, o incluso había estimaciones más “detalladas” que decían que cada minuto de Francisco le costaría al país $10 millones.
Siguiendo el planteamiento de Keynes del inicio, esta visita implicó que la economía se pusiera en el asiento de atrás, porque si bien, según cifras del Ministerio de Hacienda, los días con el Papa le dejaron al país unos $280.000 millones en sectores de hotelería, comercio y transporte luego de haber invertido $28.000 millones (una inversión bastante rentable); lo que verdaderamente dejó Francisco fueron enseñanzas, motivaciones y cuestionamientos que nos interpelan respecto a esos problemas verdaderos, problemas de la vida de los que hablaba Keynes.
Uno de ellos fue ese volver la vista a los más pobres: “por favor, les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento (…). En ellos se aprenden verdaderas lecciones de vida, de humanidad, de dignidad”. Junto a este llamado está el de encontrarnos con el otro: “pueden enseñarnos a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo (…) es saber que más allá de nuestras diferencias todos somos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso país”. Total, una invitación a volcarnos en los demás y a confiar en el pueblo colombiano.
Recientemente, se publicó en este diario una entrevista a Christian Daes (COO de Tecnoglass) quien comentó acerca del escándalo de reventa de entradas para el partido entre Colombia y Brasil, que alguien debe responder por las consecuencias del pánico económico que produjo esta situación. Además, Michael Bock (embajador de Alemania en Colombia) contó que la desconfianza producida por la victoria del No en el Plebiscito hizo que algunas empresas alemanas decidieran no entrar el país. En ambas situaciones la confianza es el detonante del deterioro económico.
Keynes parecería estar en lo cierto con su propuesta de ir a lo verdaderamente importante, porque la economía irá detrás; eso sí, con toda la comodidad y vigilancia con la que debe ir en el asiento de atrás. Francisco: gracias por ayudarnos a dar el primer paso hacia esta nueva dimensión.