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En un mundo en constante cambio, las pequeñas y medianas empresas (Pyme) son protagonistas de una revolución silenciosa, pero poderosa: la del posibilismo.
Recientemente, pude participar en una conversación entre jóvenes y empresarios, donde compartimos historias sobre los desafíos y los sueños en los primeros pasos de la vida. Uno de los relatos que me impactó fue el de un empresario paisa, quien nos narró cómo fundó una pequeña empresa cuando era joven. Su proyecto inicial era tener un vivero, pero su visión trascendía las fronteras de lo pequeño.
A medida que este empresario compartía su experiencia con nosotros, muchos dudábamos de la veracidad de sus palabras. Sin embargo, su mensaje resonó cuando nos dijo: “Todos comenzamos con algo chiquito”. Esta frase, pronunciada con firmeza y convicción, me hizo reflexionar sobre la importancia de los sueños y las historias posibilistas en un país donde a menudo es difícil soñar.
Las pequeñas y medianas empresas (Pyme) emergen como baluartes de dinamismo y esperanza. Lejos de ser meras entidades económicas, las Pyme emergen como revoluciones de posibilismo, materializando ideas innovadoras y transformando realidades a través de su espíritu emprendedor. El posibilismo, filosofía que impregna el ADN de las Pyme, radica en la convicción de que lo imposible puede ser posible. Es la capacidad de convertir sueños en proyectos viables, de superar obstáculos y de encontrar oportunidades en medio de las adversidades.
Como jóvenes, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de apoyar y promover el papel de las Pyme. Al hacerlo, no solo estamos contribuyendo al crecimiento económico y la creación de empleo, sino también al fortalecimiento del tejido social y le apostamos a la creación de revoluciones posibilistas que combaten el ruido del populismo. Las Pyme, siento yo, son creadoras de sueños que desafían la timidez y el conformismo. Es hora de que la sociedad colombiana vuelva a reconocer el valor de los empresarios, especialmente de las Pyme, y les brinde el apoyo necesario para prosperar y contribuir al desarrollo del país. Necesitamos un entorno más favorable que promueva el emprendimiento y la libre iniciativa, y que valore el papel fundamental que desempeñan las empresas en la construcción de un futuro próspero y equitativo.
En este sentido, es fundamental superar la timidez y comenzar a narrar historias de desarrollo y progreso que inspiren a otros a seguir el camino del emprendimiento. Necesitamos más empresarios que impulsen la movilización, el orden y el progreso en nuestra sociedad, reconociendo su valor más allá de las meras cifras económicas. Es hora de apoyar al emprendedor y de hablar con orgullo sobre el papel transformador de las Pyme en la construcción de un mejor futuro para todos.
Como estudiante, creo en las revoluciones posibilistas, contemos historias que nos permitan soñar y creer en un mejor país. Miremos a las Pyme más allá del ámbito económico, miremos su impacto y actuación como catalizadoras del desarrollo y de sueños que nos permiten ir más allá de nuestras fronteras.