Analistas 18/04/2025

Las crisis de Petro

Juan Pablo Liévano Vegalara
Exsuperintendente de Sociedades
La República Más

Este Gobierno es experto en generar crisis. Donde no hay problemas, los crea con una facilidad pasmosa, hasta que se convierten en verdaderas crisis. La situación de los precios del gas y el posible desabastecimiento de energía es una clara muestra de la autocreación de crisis. Sin embargo, la crisis de la salud es un crimen de lesa humanidad, pues atenta contra la vida de los ciudadanos que tanto dice defender.

El Gobierno, obnubilado por su fanatismo dogmático, quiere imponer un sistema de salud estatal, paquidérmico e ineficiente. Varias EPS, que cuentan con más del 60 % de los afiliados al sistema, se encuentran intervenidas, por lo que su gestión es de absoluta responsabilidad del Gobierno. Desde su intervención, las pérdidas patrimoniales han sido billonarias y, lo que es peor, las carteras de las IPS (hospitales) no dejan de crecer. El cierre de servicios hospitalarios como pediatría, UCI y ginecología, por mencionar algunos, es común en estas entidades, y no se descartan cierres definitivos.

Además, clama a los cuatro vientos que su deseo es contar con un sistema preventivo de salud, pero nada hace al respecto estando en sus manos. De hecho, la crisis de la fiebre amarilla es el resultado directo de la negligencia del Gobierno. Incluso, varias voces han señalado que ha actuado de forma tardía y deficiente frente a la emergencia.

En realidad, esta crisis de la fiebre amarilla no es reciente en el país, pues han pasado más de seis meses desde su inicio. El Gobierno actuó tarde y, como la situación se le salió de control, ahora quiere decretar la emergencia y atribuir la responsabilidad a los gobernantes locales, como la Gobernadora del Tolima, quien le pidió al presidente no mentir sobre las cifras y la gestión del departamento para contener el brote del virus.

Por otro lado, el Gobierno no entiende —o no quiere entender, porque no le conviene— que la prioridad de vacunación y atención no debería ser todo el territorio nacional, sino las zonas donde el virus es endémico. Esto excluye a Bogotá, ya que, debido a su temperatura, no hay zancudos ni casos de transmisión secundaria. No obstante, a pesar de ello, el Distrito cuenta con un robusto programa de vacunación.

Lo cierto es que esta situación no solo parece producto del descuido o la negligencia, sino que podría tener el propósito maquiavélico de crear una emergencia sanitaria para luego decretar una emergencia económica y así hacer de las suyas mediante decretos-ley.

Y así va el Gobierno, de tumbo en tambo, decretando medidas sanitarias y de emergencia absurdas e ineficientes, que podrían implicar restricciones de movilidad y la obligación de vacunación en todo el país, todo ello sin sustento técnico adecuado y con ideas macondianas como que el cambio climático hace que los micos viajen de árbol en árbol, subiendo por la cordillera, como los zancudos, o que un zancudo pueda viajar en carro desde tierra caliente hasta Bogotá, para contagiar a los inermes bogotanos.

Pues bien, como diría Mario Vargas Llosa (Q. E. P. D.): “los colombianos, al elegir a Petro, han elegido la pobreza”. Una pobreza económica y mental que, sin lugar a duda, viene acompañada de crisis sanitarias como la de la fiebre amarilla.