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Es difícil hablar de Responsabilidad Social sin saber qué es la responsabilidad y sin percatarse de que es a los directivos a quienes debemos exigir que tomen decisiones socialmente responsables.
No puede olvidarse que la responsabilidad es una virtud de quien asume las consecuencias de sus actos, resultado de las decisiones que tome o en las cuales participe. Implica la intención de beneficiar a otros o cuidarse de no perjudicarlos, influyendo en quienes tenga a su alcance para que hagan lo mismo. Siendo así, ¿qué es un Liderazgo Socialmente Responsable?
Es un liderazgo que no se excusa en la ley y sus vacíos para definir su ámbito de responsabilidad:
La ley o un código ético pueden ser guías importantes para el comportamiento profesional, pero no sustituye los principios y motivaciones de quienes los aplican discrecionalmente desde sus altos cargos. No porque la ley prohíba robar deja de haber carruseles de contratistas robando dineros públicos.
Sabe que los valores corporativos, códigos de ética y certificados internacionales no garantizan la actuación responsable:
No basta seguir normas internacionales y mostrar indicadores. Requerimos que los directivos tengan virtudes que traduzcan esa responsabilidad en una práctica que les dé verdadero valor: veracidad para construir dichos indicadores, humildad para reconocer las fallas evidenciadas, responsabilidad para asumir las consecuencias e integridad al poner los medios para superarlos.
No espera que ser ético sea rentable, ni asume la ganancia económica como motivación para actuar correctamente:
Si bien el empresario debe conservar los principios en su empresa y en su ámbito personal, estos no siempre garantizan las consecuencias. Si, además de portarse bien, un individuo es poco inteligente, será bueno, pero le irá mal. Buenos y malos negocios se pueden dar al margen de los principios. Ante esta disyunción entre principios y consecuencias, la solución no es optar por unos u otras, pues cumpliendo con los principios, debemos ser capaces de obtener buenos resultados.
Entiende que hay grados y criterios a la hora de asumir las responsabilidades:
Se es más responsable de las consecuencias más próximas y previsibles. Respecto de los grupos de intereses alrededor de su ámbito de actuación, un directivo debe seguir un orden: es responsable primero de sí mismo y su formación, luego de su familia, su empresa y sus empleados, su comunidad cercana, su gremio, su ciudad y su país, pero no es igualmente responsable de todos al tiempo y en el mismo grado. No sería coherente ayudar a Greenpeace a salvar ballenas mientras contamina el río que pasa junto a su fábrica.
Sabe que no es la empresa sino él quien debe hacerse socialmente responsable:
La responsabilidad es propia de las personas, no de colectivos ni organizaciones. Vivirla corresponde a cada uno desde donde se encuentre, cumpliendo con los deberes inherentes a su cargo y sus diferentes roles en la comunidad. Por eso la responsabilidad no es de las empresas, sino de quienes las dirigen.
¿Por qué exigirle a los líderes que sean responsables?
Es importante que se les pida a los directivos que asuman la RSE porque ellos deciden qué rol debe tener su empresa frente a la sociedad en la que está inserta, siguiendo unos principios que siempre están presentes cuando eligen cómo actuar y unos motivos orientados por lo que consideran valioso o no. Las decisiones de un grupo dependen de la motivación de sus líderes y directivos