En las comunidades indígenas embera del Pacífico, el "Ponchi", como se le conoce al pitillo, además de ser un símbolo, representa una práctica sostenible con el planeta.
En la comunidad indígena Embera Phusabidara, “Boca de Jagua”, en Nuquí, Chocó, los pitillos que utilizan son 100% naturales. Estos pitillos se extraen de árboles y ramas de su entorno y su proceso consiste en pulirlos para eliminar astillas y darles una forma adecuada.
“Esta extracción se realiza utilizando diferentes elementos de la naturaleza, un legado que nos dejaron nuestros ancestros. Cuando estamos en expediciones y no podemos tomar líquidos directamente de los ríos, recurrimos a estos elementos que encontramos. Esto nos ayuda a evitar infecciones y el contacto directo con sustancias que pueden ser venenosas”, mencionó Daniel Chamapuro, integrante de la comunidad phusabidara “Boca de Jagua”.
Además de ser parte de su rica herencia cultural, esta alternativa se ha convertido en una fuente económica para la comunidad. Los pitillos no solo se utilizan internamente, sino que también se distribuyen a través de los hoteles que ellos mismos operan. Esto no solo reduce costos, sino que también representa una opción sostenible.
Estos elementos cierran todo un ciclo sostenible, ya que, además de ser extraídos de manera natural, después de ser utilizados se convierten en abono para la tierra.