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Caquetá se vuelve el octavo departamento donde Nespresso ha implementado su programa de sostenibilidad, cambiando en varios aspectos zonas cafeteras de Nariño, Cauca, Cundinamarca o Caldas, entre otros
El mundo del café es apasionante, en constante evolución. De un país productor al otro, de un departamento al otro, varían las tradiciones cafeteras, las prácticas agrícolas, los perfiles aromáticos. La diversidad es la regla, desde su producción hasta su consumo. En cada frente de la cadena cafetera, los caficultores y amantes de café se relacionan, interactúan sin, necesariamente, conocerse. Los productores y los consumidores se influencian, hacen evolucionar los hábitos del otro, sin ni siquiera saberlo.
En la historia reciente, esta relación entre caficultores y consumidores ha atravesado varios cambios, revoluciones, nombradas “olas”. La primera ola del café, que se extendió hasta la segunda mitad del siglo XX era la época de la democratización del grano en detrimento de la calidad. Los consumidores accedían a una bebida nueva, accesible, cuando había sido reservada durante siglos a una élite. En la segunda ola, las preparaciones se diversifican; el café se disfruta, se aprecia. Su disponibilidad aumenta con la llegada de los primeros Coffee shops. Con la tercera ola, iniciada en los 2000, el café se vuelve producto de excepción. La calidad, el origen del café se convierte en un factor determinante.
En Nespresso, la calidad y el origen del café siempre han sido factores determinantes debido a que el mundo del café, apasionante, está en constante evolución. En la actualidad, los amantes del café no solo quieren saber el origen de su café, sus atributos organolépticos. También, buscan conocer más acerca del caficultor que se dedica a cultivar estos granos. Esta búsqueda viene acompañada de una voluntad de acercarse a su realidad, asegurándose de que el café que disfrutan genera sentido para quien lo produjo.
Acercar al caficultor con el consumidor, crear un lazo entre ellos y ofrecer un entendimiento, genera sentido. Así es la propuesta que tiene Nespresso con Esperanza de Colombia, un café 100% arábica, proviniendo del departamento del Caquetá.
Este café nació, a inicios de 2017, cuando Nespresso lanzó Aurora de la Paz, primer café abastecido en el Caquetá. Este café era una promesa. La de extender el Programa de Calidad Sostenible AAA de Nespresso en este departamento, impactado por décadas de conflicto armado, para apoyar a los caficultores a cultivar un café de alta calidad bajo estándares sostenibles.
Dos años después, más de 900 caficultores de los municipios de Florencia y San Vicente del Caguán participan en el Programa de Calidad Sostenible AAA de Nespresso, operado en esta zona por la Federación Nacional de Cafeteros. Reciben la asistencia técnica por parte de agrónomos dedicados que les ayudan a implementar prácticas agrícolas sostenibles y una prima por la calidad. También, reciben la garantía por parte de Nespresso, de encontrar una salida comercial para su café.
Esperanza de Colombia es el primer café que proviene del Caquetá cultivado dentro del marco del Programa Nespresso AAA. El departamento se vuelve el octavo de Colombia donde Nespresso ha implementado su programa de sostenibilidad, cambiando en muchos aspectos - económicos, sociales y medio ambientales - zonas cafeteras de Nariño, Cauca, Cundinamarca o Caldas, entre otros. Los caficultores caqueteños se suman a más de 30.000 caficultores del país que ya son parte del programa, apoyados por más de 150 agrónomos dedicados.
Al otro lado de la cadena, están los amantes de café de 20 países, dentro de los cuales Colombia, Francia, Alemania, Japón o Estados Unidos, disfrutarán del equilibrio exquisito de este café, caracterizado por unas notas frutales y una fina acidez. Disfrutarán de saber que tiene un origen único, el piedemonte caqueteño, una zona especial de Colombia, afectada por varios años de conflicto que, a pesar de todo, ha logrado mantener una tradición cafetera.