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Era la década de 1940 y el mundo estaba en medio de uno de sus peores conflictos: la segunda guerra mundial. Las economías de los países industrializados estaban volcadas en la industria bélica y las materias primas escaseaban. Fue así como en búsqueda de poder suplir la demanda industrial inició el reciclaje como lo conocemos hoy en día.
De hecho, la frase 'Get some cash for your trash' (gane dinero por su basura) se hizo famosa en EE.UU. en aquella época.
No obstante, el fin de la guerra dio inicio al consumo masivo de bienes, los cuales al ofertarse a precios asequibles, no solo reactivaron la economía, sino que también promovieron el descarte de aquellos productos que requerían ser reemplazados.
Inevitablemente, esta nueva onda creó un desbalance por falta de espacios disponibles para descartarlos. Esta situación, junto con el naciente movimiento ambientalista, sugirió que el reciclaje era nuevamente una idea sensata. La pregunta ahora era cómo lograr que estos residuos retornaran a la industria para ser aprovechados, es decir, cómo se podía invertir la cadena: del consumidor hasta el productor.
Colombia, aunque algunas décadas después, también ha tenido que buscar la solución para el manejo de las basuras y lograr hacer del reciclaje un proceso eficiente e inclusivo. Algunos materiales reciclables tienen un mercado consolidado, pero hay muchos que aunque pueden ser reciclados, siguen terminando su vida en los botaderos o, con suerte, en los rellenos sanitarios.
La solución no es única y requiere ser diseñada 'a la medida', pues el tema del manejo de residuos ha pasado de ser un problema ambiental y ha trascendido al ámbito político, social y claro está, al económico.
En este sentido, vienen a la mente varias alternativas. Se puede pensar que el problema radica en la falta de leyes que regulen el sistema, solución que si bien puede ayudar, su implementación presenta serias dificultades. Otra opción es pensar en la alternativa europea, mediante la cual los ciudadanos llevan voluntariamente sus residuos a puntos de recolección, para luego ser transportados a centros de acopio industrializados auspiciados por las empresas.
La tercera opción está en línea con lo que se ha intentado hacer en ciudades como Bogotá con la ruta selectiva, o con el programa 'Reciclar tiene valor', liderado por Cempre. En Medellín con el programa 'Cuál es tu papel' y la cultura del buen vecino; y por último, con la reciclatón en Pereira, por sólo citar algunos ejemplos. Aunque se logra una mayor conciencia con estas iniciativas, los índices de recolección de los materiales aún son bajos.
El problema se podría abordar desde el mercado, es decir, la creación de demanda y oferta de materias primas a partir de residuos, a precios que permitan un mayor beneficio monetario a quienes están dentro de la cadena (especialmente los recicladores de base), de forma tal que pase de ser un medio de sustento del día a día.
En Tetra Pak buscamos promover el mercado del reciclaje de nuestros envases larga vida mediante la búsqueda de socios industriales para instalar y operar líneas de procesamiento que usen estos envases como materia prima y los transformen en materiales útiles y comercializables como papel, cartón, cajas para huevos, paneles aglomerados y pellets plásticos, entre otros.
La importancia de sensibilizar del consumidor
En la empresa también realizamos un trabajo en la sensibilización del consumidor y en el fortalecimiento de los recicladores, pero creemos firmemente en que sin mercado, el engranaje no se moverá. Es por esta razón que promover esta práctica y tener claro que puede ser rentable, ayudará a que cada vez más consumidores trabajen en este sentido y se unan a la causa de reciclar.