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Los mercados internacionales exigen sostenibilidad para entrar a competir
El próximo 14 de febrero se celebrarán las fiestas de San Valentín, y para los floricultores colombianos es uno de los momentos del año en el que las exportaciones crecen considerablemente. Sin embargo, para acceder a los mercados internacionales, que en 2017 generaron US$785 millones para la misma época, es muy importante contar con un sello de floricultura sostenible.
En Colombia, 90 fincas y 63 empresas floricultoras cuentan con el certificado Florverde Sustainable Flowers, una garantía con 20 años de existencia que avala la sostenibilidad en las fincas productoras, las cuales deben pasar por rigurosas evaluaciones para recibir el certificado de flores producidas responsablemente.
Algunas de estas compañías, como Agrícola El Cactus S.A., Agrícola El Redil S.A.S, C.I. Agromonte S.A., Ayurá y Silvestres, entre otras, validan su sostenibilidad en tres aspectos: social, económico y ambiental.
“Hemos encontrado que hacer las cosas bien ambiental y socialmente también es un buen negocio económicamente hablando, y además garantiza el negocio a largo plazo. El tema social en la floricultura, por ejemplo, es muy importante porque es una actividad intensiva en mano de obra, y más de 50% de los costos de producción vienen de este renglón”, explicó Augusto Solano, presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), organización comprometida con compartir con el mundo la filosofía de la sostenibilidad de la floricultura colombiana en cerca de 90 países a donde llegan las flores.
Solano recordó, por ejemplo, que mientras un cultivo qno sostenible en otros sectores agrícolas emplea dos empleados por hectárea, una empresa floricultora sostenible genera hasta cinco empleos en el mismo espacio. De la misma forma, explicó que es igual de importante que los empleos tengan contratos de trabajo con su respectiva seguridad social, a pesar de que históricamente en el campo colombiano 80% de los trabajadores son informales. También, debido al alto porcentaje de mujeres (65%) que trabajan en el sector, las empresas las apoyan en campañas de vivienda y educación para sus hijos, incluso a través del patrocinio de escuelas deportivas, programas de alimentación, salud, fondos de préstamos para no hacer uso de prestamistas gota a gota, entre otras acciones de responsabilidad.
Además, estas empresas emplean programas para disminuir el uso de agroquímicos como ingrediente activo para usar control biológico, y se hace un alto uso racional del agua, pues utiliza riego por goteo que va directamente a la raíz y solo proporciona la cantidad necesaria; todo eso, explicó Solano, es producto de altas inversiones que hacen parte de la responsabilidad de estas empresas.
“En épocas como la de San Valentín se generan unos 20.000 empleos con todas las garantías. Desde luego, con el cuidado juicioso que lo ambiental amerita”.
“La industria de las flores se ha preocupado mucho por generar buenas condiciones para su gente. Por eso también hay que renovar el interés de los jóvenes por el sector”.
José Antonio Restrepo, gerente y propietario de Ayurá, explicó que además se recogen las aguas lluvias para el uso razonable del recurso y también recordó que el beneficio de los cultivos sostenibles también se extiende a la penetración de los mercados, pues en algunos de los circuitos más importantes exigen o privilegian compañías que tengan sello de sostenibilidad. “En Reino Unido se exige sello, Australia también. En Europa pesa, no es requisito pero entra más fácil, así como en el mercado japonés o estadounidense”, agregó Restrepo.