Nunca como antes ha existido una conciencia tan generalizada sobre el impacto de nuestras acciones sobre la tierra. Quien quiera desconocer los efectos que hoy son perceptibles en todo el mundo, se está enfrentado a un inmenso rechazo que varía desde opiniones individuales hasta los más altos estudios técnicos que refutan su corta visión. Pero ¿son estos esfuerzos suficientes?
Pareciera que estamos revelando un iceberg de dimensiones aún por calcular y que cada vez acelera sus dimensiones. Este vertiginoso ritmo nos imprime un fuerte llamado de atención a tomar cartas en el asunto, ejercer esfuerzos desde nuestros hogares para convertirlos en hábitos diarios, con el único objetivo de modificar comportamientos sociales, empresariales y de consumo. Un reto enorme, que ha hecho de la sostenibilidad el punto de partida para evaluar la viabilidad de los negocios en el futuro inmediato, y que fue la motivación para que hace justo cinco años, en septiembre de 2015, 150 representantes de gobierno y jefes de estado llegaran a un acuerdo en la Cumbre del Desarrollo Sostenible, en donde se comprometieron y diseñaron una agenda para 2030, que se compone de la implementación de 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS), que entraron en vigor el primero de enero de 2016.
Antes parecía un debate aislado, concentrado en una élite o un segmento de pensadores y científicos, hoy la sociedad se está movilizando, ejerciendo presión a las empresas que, en su gran mayoría, están haciendo los mayores esfuerzos para responder adecuadamente al reto. Aun así considero que hay más por hacer, podemos compartir de forma más sistemática las buenas prácticas que desde diversos sectores industriales y sociales venimos adelantando.
L’Oréal es ejemplo de ello, en donde como grupo estamos trabajando con nuestro programa global Sharing Beauty With All para contribuir, a nivel mundial, en 14 de los 17 ODS y prevemos que, para el año entrante 100% de nuestros productos, contarán con un perfil ambiental o social mejorado, debido, en particular a las mejoras en sus fórmulas ambientales. Este es un esfuerzo importante que continuaremos fortaleciendo y que hacemos gracias al trabajo conjunto con nuestra cadena de valor, incluyendo proveedores, empleados y actores con los que nos relacionamos día a día en nuestras fábricas y oficinas, centros de distribución y puntos de atención.
La sostenibilidad dejó de ser un discurso bonito, una sumatoria de prácticas que buscan garantizar unas lindas fotos o un reconocimiento, es una obligación que debemos asumir como ciudadanos de un mundo que nos pertenece a todos, que impactamos con grandes o pequeñas acciones, que podemos modificar si sumamos y aprendemos unos de otros. Las buenas prácticas que diseñemos y ejecutemos, suman y las que dejemos pasar restan a gran escala. Dichas acciones hechas en fábricas de producción en Sur América, Europa o Asia, por mencionar algunas regiones mundiales deben ser amplificadas y compartidas con los nuevos emprendedores, con las organizaciones centenarias, con la academia que investiga y promueve esfuerzos de mejora, con los técnicos y centros de pensamiento, con la sociedad civil que está ávida por encontrar soluciones para un futuro viable.
La solución está más cerca de lo que pensamos y requiere de la sumatoria de voluntades y esfuerzos constantes, cada una de nuestras iniciativas, desde nuestro rol en la sociedad aportará al cambio, no existe esfuerzo pequeño, así que trabajemos en compartir nuestro conocimiento, porque el futuro es ahora.
