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Es prioritario crear un plan de alimentación
Volver a la rutina del día a día laboral puede ser una tarea complicada porque se interrumpen las jornadas de sueño, los hábitos cambian y la alimentación también se modifica.
Volver implica una regulación, que debe iniciar en la actitud con la que se asume el regreso a la oficina. Si la mente no sabe que es algo positivo, el cuerpo se resistirá mucho más a adaptarse de nuevo. Y entonces madrugar, asistir a reuniones, e inclusivo el tráfico serán nocivos para la salud. Luego de esto podremos organizar de nuevo la rutina diaria y con ello un plan de alimentación que poco a poco permita retomar todo. Luego, dormir y realizar una actividad física permitirá que todo vuelva a la normalidad.
Una dieta sana pide siempre comer de todo, pero con moderación. Para las personas activas laboralmente es un reto porque las reuniones, las largas jornadas e incluso la ausencia de tiempo para sí mismas les llevan a tener hábitos alimenticios poco balanceados. La mayoría, lo que necesitan son alimentos sanos.
Por esta razón, se debe incluir en la dieta el consumo de alimentos que entreguen al cuerpo energía, nutrientes y comida de calidad como las carnes magras y pescados, siempre a la plancha o cocidos, acompañados de ensaladas. Si estas no son del mayor agrado se pueden incluir paulatinamente, o verduras en un mínimo de porción. Ahora las proteínas de calidad, cuando son de origen animal, ayudan con sus aminoácidos a la reparación de las células y la regulación del metabolismo. Aunque las proteínas vegetales presentes en la ensalada y verduras son “incompletas”, son también necesarias y las combinaciones de cereales con legumbres a las que se puede añadir queso fresco ó leche desnatada, proporcionan un buen suministro de aminoácidos esenciales.
El contenido proteico, a su vez, no debe exceder de 12% del total de calorías diarias porque cuando la ración alimenticia es excesivamente rica en carne, pescado, huevos, queso, etc. la sangre y las células quedan sobrecargadas en purinas, ácido úrico y de otros tóxicos, mientras el hígado y los riñones se alteran progresivamente, dando lugar a molestias renales, hepáticas, artríticas, y cardiovasculares.
Algo indispensable luego de un periodo de vacaciones es disminuir la ingestión de grasas, especialmente las saturadas, hasta 25% del total de las calorías totales, y solo 10% de saturadas. Por otra parte, el aceite virgen de oliva, los de girasol y maíz en preparados concretos, las grasas de pescado, y en cantidades menores los frutos secos, cereales integrales, y algunas frutas, como el aguacate, verduras y legumbres. Reducir las grasas saturadas y utilizar las vegetales. Nada debe consumirse en exceso, de lo contrario la sensación de hambre hará que la concentración baje y evite que la mente se encuentre tranquila.
Si los días son largos y activos hay que consumir una gran cantidad de frutas y verduras frescas, especialmente las de hojas verdes o colores rojos ayudarán a tener las vitaminas, minerales y fibra que el cuerpo necesita cuando elimina energía o se tiene bajo presión. De cualquier modo, consuma la fruta lo más pura posible, con cáscara o tomándola cruda para beneficiarse de sus hormonas y enzimas. Y no olvide que los betacarotenos (zanahoria, ciruela, pera, manzana) tienen que ver con la prevención de algunos tipos de cáncer; la vitamina C se asocia también con algunos cánceres y la inmunidad frente a ciertas enfermedades, y la vitamina E, y el selenio (germen de trigo, cebolla, atún, tomate, brócoli y nueces).
Es importante resaltar que cada cuerpo tiene necesidades específicas y que cualquier modificación en el consumo de alimentos, debe estar acompañado por un especialista en la salud.
A medida que nos acercamos a los 40 años, nuestro cuerpo empieza a experimentar cambios que, aunque naturales, pueden impactar en nuestra salud